Yaya

15 nov. 2018
Opinión

"Dad muchos besos a vuestros abuelos y abuelas, aunque ya no sepan vuestros nombres"

01 de noviembre de 2015.

Tumbado en el sofá, cabeza apoyada en el regazo de mi abuela. Sin hablar, mirando algo aburrido en una tele que nada nos interesa, dándonos caricias de vez en cuando. Sus manos tan calientes y tan de madre como siempre. Tampoco ha cambiado en toda una vida el olor de su ropa. El tiempo pasa dulce, como el aroma del té con caramelo que distraídamente va sorbiendo poco a poco. Cansado, convaleciente, pero no importa.

No puedo estar mejor ahora mismo. En este momento el mundo es pequeño y no hay por qué asomarse más allá. Mañana nos despediremos de nuevo y después, como siempre, sus llamadas preocupadas y comprensivas me recordarán que nunca estuve solo. Cada día temo un poco más perderla porque ya perdí a una mujer de mi vida, y el mundo no ha dejado de ser un lugar raro lleno de alambre de espino. "Te prometo que si estas manos pudieran parar el tiempo, siempre estarías aquí".

18 de septiembre de 2017.

[Llamada perdida: “Yaya casa”]

Hace un rato he perdido de vista a mi móvil y me he hecho una llamada perdida desde el teléfono fijo de casa, la casa que compartía con mi abuela, cuando aún compartíamos el mundo. Y al mirar la pantalla, yo creo que incluso antes de que la información visual llegase a mi consciencia, mi corazón ha dado un salto olímpico y he tenido que correr detrás de él para poder recuperarlo.

Cómo la extraño. Las abuelas y abuelos son poseedores de la definición de amor incondicional, como si toda su fisionomía fuese un solo símbolo lingüístico con esa semántica inequívoca.

Yo antes la miraba durante largos ratos, cada vez más largos, para anclarla a la sensación de tiempo presente. Dad muchos besos a vuestras abuelas y abuelos, incluso aunque ya no sepan vuestros nombres, incluso aunque no huelan igual de bien que antes ni sean igual de simpáticas o simpáticos. Para mí ahora alcanzar uno de esos besos es más complicado que alcanzar una estrella con la mano.

Andrés Navarro, neuropsicólogo